La lectura del último poemario de la poeta agoizka, Socorro Latasa, así como la inmersión previa en sus obras anteriores me inspiró la reseña que presento a continuación, leída con motivo de la presentación de su libro el sábado 14 de octubre de 2017 en la Casa de Cultura de Aoiz.
«M. S. LATASA MIRANDA, Al filo del otoño. Presentación Casa de Cultura de Aoiz, sábado 14 de octubre de 2017.
Buenas tardes y bienvenid@s, muchas gracias por estar aquí en la presentación del último poemario de la poeta agoizka Socorro Latasa, el sexto ya y que lleva por título Al filo del otoño, título propicio para estas fechas.
Bueno, yo tuve la suerte de conocer a Socorro gracias al estudio doctoral que realicé sobre mujeres poetas de Navarra en el que por supuesto, Socorro era una de ellas, y además, una de las más prolíficas en cuanto a publicaciones. Así que para mí es un gusto estar aquí, después de haber abordado toda su producción poética.
Socorro Latasa es poeta, estudiosa, prueba de ello son, además de sus poemarios personales, también los tres volúmenes recopilatorios de la obra del también poeta agoizko Damián Iribarren que Socorro presenta analiza con entusiasmo y detalle. También además es la coordinadora del club de lectura de Aoiz y ha sido incluida en numerosas antologías, entre ellas podemos destacar las más recientes: en 2015 la Antología del Premio Nacional de Poesía Villa de Madrid; en 2016 en la Antología Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana del siglo XXI; y ese mismo año en la Antología de Salamanca No resignación, poetas del mundo por la no violencia contra la mujer.
El poemario aquí presente, Al filo del otoño, ya a simple vista nos sorprende desde la portada. Cuando uno piensa en el otoño, sobre todo si no tiene la suerte de vivir en costa, como es nuestro caso, a primera vista no evoca el mar, evoca los árboles, los parques, el bosque… Sin embargo, el color que nos recibe al coger el libro es el azul y la foto de portada nos presenta el mar. Y las portadas son importantes, suelen pasar desapercibidas y en cambio, dan muchas pistas de lo que uno puede encontrarse en el interior [anécdota preguntas de examen en clase]. ¿Dónde está el otoño, entonces? El otoño de Socorro Latasa a lo largo de sus páginas atraviesa el mar, a veces verde, a veces azul -a veces incluso arrastrando chapapote, pateras y crítica social- pero también las sendas, los caminos, las cimas, las montañas, las cordilleras, las dunas… incluso las orillas del Arga o los burgos de Pamplona. Es un paseo por la geografía en sus distintos elementos: tierra (semilla, camino…), aire (ave, volar, golondrina…), agua (mar, olas, lágrimas…) y fuego (llama, fulgor…), por medio de una luz que los alumbra y los vuelve palabra en verso. Un paseo y un propósito que la poeta mantiene como una constante en su escritura:
Hoy quiero que mis versos
rimen con la luz, el agua, el aire,
la tierra, el fuego y el silencio.
(“Inicio la mañana”, Hasta el último horizonte,2008, p. 66)
Además de la portada, uno abre el poemario y surge aquí la segunda sorpresa, composiciones de tres versos agrupadas en bloques de cuatro y a la izquierda un triángulo en cuyo interior aparece inserta la primera composición de cada bloque. Estas composiciones de tres versos, son una composición de origen japonés llamada haikú que constan generalmente de tres versos dos de cinco sílabas y uno de siete. Y en esos tres versos se recoge un todo. La novedad de Socorro es que sus “haikús” se presentan de cuatro en cuatro con un título genérico como si estuvieran encadenados, hay un tema común y sobre todo, una musicalidad, lo que hace que la lectura se llene de ritmo. Y es que para Socorro el ritmo y la musicalidad no son algo nuevo. En un poemario anterior Monosílabos al son, al son de monosílabos, la poeta conseguía la cadencia melódica reduciendo la expresión a lo mínimo: el monosílabo, una habilidad que también en este poemario mantiene lúdicamente “Din – don, din-din-don./ En la esfera del reloj/ rojas las horas”, reproduciendo en monosílabos el golpear del péndulo.
Y nos hemos dejado la explicación del triángulo. Cuando Socorro me regaló el libro para que lo leyera, tampoco me dio muchos detalles. Ella quería que sin mucha orientación ni mucha influencia, yo sacara mis propias conclusiones de lo que iba leyendo… Lo único que me dijo es que el triángulo era geométricamente, la forma más básica. Pero filosóficamente, es una de las más simbólicas. Según ciertas teorías el triángulo representa los tres estados del ciclo de la vida: el nacimiento, la vida y la muerte. Y quizás estas teorías no anden desencaminadas de los haikus de Socorro o viceversa cuando leemos versos como “Ser y mortaja/en las riberas del ser” o “Dolor y drama/ de vivir y de morir/ ser y padecer”. Vivir es un instante, un relámpago, un hilo, un soplo, algo fugaz, efímero, rápido… en el que el “ser” quiere hacer muchas cosas “Ser, pensar, hacer, /ser, imaginar, sentir/ ser, soñar, vivir” y “el tiempo es inexorable”. El tópico del tempus fugit, es una constante también en la poesía de Socorro, de hecho, los dos primeros versos que la autora toma como deudas del poeta Rafael Morales en las primeras páginas “Fugacidad del ser, luz del instante” sirven eficazmente de prolegómeno. Y en esa fugacidad aún quedan espacio para las preguntas. Latasa observa y se cuestiona. Desde aquel primer poemario de 1989:
¿De dónde a dónde? No; no sabes.
(“Raíz de niebla”, Arpegios de sombra herida,p. 11)
Hasta hoy, 2017, las eternas preguntas del ser humano y de Socorro siguen siendo las mismas: “¿Dónde los nombres?/ ¿Dónde sus ojos, manos/ cuerpos y talles?”.
En definitiva, y por ir cediéndole ya la palabra a la protagonista, en una vida con tanto que ver, sentir, hacer y sin tiempo que perder, el poemario de Socorro Latasa en su brevedad, música y perceptibilidad a través de los cincos sentidos y de los cuatro elementos nos ofrece un camino de luz hacia la esencia de lo que vivimos.»
Para saber más sobre las impresiones de la autora y su obra, queda a disposición su blog personal.